martes, junio 28, 2011

DEVORÁNDOSE

–No sabes morder –, le dijo él en su primer encuentro.
–Enséñame –, pidió ella, ofreciendo sus nalgas a la boca del hombre.

Él le dibujó una línea de joyas en las nalgas, una nube quebrada en cada pecho, una línea de puntos en los muslos, en su boca el coral, el jabalí en los hombros. Ella, a través de un orgasmo múltiple, le prometió aprender.

Se devoraban cada tarde, de la acera al portal, del ascensor al sexto, del pasillo a las sábanas; y todo fueron marcas, tatuajes de dientes sobre la piel morena. A veces, sangre. A veces. Entonces decidieron ir más allá y se afilaron los dientes.

viernes, junio 24, 2011

ARRIBA, ABAJO, DE LADO....



DONDE TODO EMPIEZA
Me parece escuchar un sonido raro procedente de las ruedas. Bajo el volumen de la música. Luis sigue tarareando la canción. Le pido silencio. Escucho con atención. Ningún ruido extraño, sigo conduciendo y subo el volumen.
Puede que no valga la pena escribir
Tan lejos de la poesía
De pronto un tirón. Las ruedas parecen haber perdido la adherencia al asfalto. El volante no responde. Un sonido a metal torturado, un chirrido. Volamos.
Todas las palabras que te quiero decir
Se me rompen enseguida
El coche ha abandonado la carretera. Le grito a Luis que se sujete bien. Aprieto el volante con fuerza, siento la tentación de cerrar los ojos y abandonarme.
No me quedan flores
Me arrancaron la raiz
Estoy boca abajo. El cinturón me sujeta al asiento. Se me caen las gafas. Un sonido de metal abriéndose se confunde con la armónica. Ahora nos deslizamos sobre el techo del coche, metal abriéndose paso al filo de la mediana. Suena como un cuchillo abriendo una lata de sardinas. Si el techo resiste estaremos a salvo, el enorme cuchillo no nos tocará.
Se pisaron las semillas
Me di cuenta tarde que te perdí
Por pensar que te tenía
Un aullido de miedo nace desde mi garganta. Ya no rapeamos sobre la mediana. Volamos de nuevo. Mis gafas de sol pasan a cámara lenta delante de mis ojos, como en aquella película de Kubrik. Cristales rotos, un paquete de kleenex, un mechero, imitan el vuelo de mis gafas. El móvil se estrella contra el techo y sus pedazos se dispersan por el habitáculo.
creo que los bares se deben abrir
Para cerrar las heridas
De lado, metal arañándose sobre el asfalto. Un espejo retrovisor, arrancado por el impacto se estrella sobre el capó, lanzando destellos. Un bamboleo, una sacudida y seguimos girando sin sentido. No hay arriba ni abajo.
Y todas las noches
Me acuerdo de ti
Y te olvido cada día
La música sigue sonando. El coche deja de moverse y se para. Panza arriba, las ruedas al aire. Cuelgo del techo, sujeta al asiento por el cinturón. Luis en el suelo, sobre el techo destrozado.
Y vuelvo a ser un loco
Para sobrevivir a la locura de la vida
La pieza que llevo a la exposición, cobre macizo, se ha desprendido de su embalaje y yace en el suelo, junto a la cabeza de mi amante.
Muchas veces la cabeza y a menudo la nariz
Y una voz que me decía
Me quito el cinturón e intento asegurarme para no caer. Estoy sangrando. Un reguero de sangre empapa mi vestido blanco. Finalmente puedo apoyarme en el techo con los pies. He perdido un zapato. En este momento recobro la sensación espacial y es el coche el que está al revés.
Déjate llevar
Si el alma te lleva
Me acerco a Luis. No se mueve. Un charco de sangre tiñe el techo del coche de un rojo intenso. Los cristales del parabrisas dispersan el rojo por todo el habitáculo, como un granizado de sandía que se expande por la moqueta.
Duele el corazón
Cuando te lo dejas
Intento moverle. Busco su pulso. Nada.
Fito sigue cantando en medio de la desolación.
Cerca del final
Donde todo empieza

viernes, junio 17, 2011

VIENTOS CATABÁTICOS

¡Una enemiga más! Llevo una racha en que no soporto tonterías, y claro, pasa lo que tiene que pasar: ¡es la guerra!

Había quedado en ir a tomar unos mojitos a casa de un tipo al que tenía ganas hace tiempo. No sé porqué imaginé que estaríamos solos. Supongo que él no se acababa de creer que mis intenciones fuesen tan carnales, nunca le había dado motivos para pensar otra cosa, y después de la primera cerveza me comentó, así, de pasada, que iban a venir unos amigos. Yo me había prometido una noche loca de sexo a dos, pero la noche tomaba otro cariz.

Primero apareció una pareja, aunque saltaba a la vista que no eran pareja; se notaba la tensión sexual entre ellos. Bien, pensé, estos dos parece que buscan una excusa para liarse. Luego llegó una morena de esas que buscan marido a pico y pala. Me dio mal rollito desde el primer momento. Al rato apareció una pelirroja. La pelirroja me gustó. Es de esas mujeres inteligentes, rápidas, decididas y sin miedo. Congeniamos enseguida. Cuando llegaron los dos últimos chicos, comenzó la fiesta. Se palpaba en el aire, sin palabras, que todos queríamos divertirnos. Se levantó un viento fresco, catabático, y allí, tumbados en las chaises longues de la terraza, al fresco de la noche, tiramos de mantita. Estuve lenta de reflejos, esa es la verdad. Para cuando me quise dar cuenta, la morena se había apropiado del único hombre que me interesaba. El anfitrión lucía sobre sus hombros una cabellera morena a un lado y otra pelirroja al otro. Yo hacía bromas y me dejaba conquistar por los otros dos chicos, con los ojos puestos en el anfitrión. En un cruce de miradas, la pelirroja entendió el juego. Me cambió el sitio y la cosa comenzó a caldearse. La morena seguía aferrada, con cara de niñita buena, un poco mustia y aparentemente adormilada, al costado derecho del anfitrión. Enseguida me dí cuenta de que era una pose, le sobrábamos todos.

Comenzamos a jugar a los streptease, con música, con otra mantita haciendo de telón. Una vez te quitabas la ropa, la dejabas donde había caído y volvías bajo la manta. Piel con piel, manos que recorren, pies que caminan otras piernas; la pelirroja, entre los dos chicos, rozaba mi pie con el suyo y me sobrecogía. El anfitrión, con su mano izquierda (no quiero ni pensar donde tendría la derecha, perdida entre los pliegues de la morena adormilada bajo la manta) me recorría. Me sobraba la morena, hubiese querido destruirla y convertirla en humo aunque, mira por dónde, minutos después se puso malísima. Terriblemente enferma, según sus palabras. La muy zorra consiguió que la fiesta se fuese al guano y acabó por echarnos a todos a la calle. Quedándose con el anfitrión, claro.

El resto decidimos seguir la fiesta en otro sitio, pero al llegar al portal, la pelirroja propuso una idea magnífica. Volvimos a subir, y le dijimos al anfitrión que mientras él cuidaba a la morena, nos prestase el salón.

Fue una noche divertida. Llena de risas, confianza, sexo, morbo y una camaradería a prueba de bombas. Lo mejor de todo fue que el anfitrión se unió a la fiesta poco después mientras la morena, suponíamos, rabiaba. Cuando nos marchamos, al amanecer, la pelirroja y yo pasamos a saludar a la pobre “enfermita” que aún esperaba las atenciones del anfitrión. ¡Jaja! Debió pasar la noche esperando.

lunes, junio 06, 2011

CULOS 5 JOTAS ( 1ª PARTE)


Juguetón
orgulloso y altivo
sus manos lo presentan
y un azote se escapa 
sobre las tiras negras
y ese paso de plata
que promete la luna
entre sus piernas






Jacarandoso
Alegre y desenvuelto
el deseo se abalanza
sobre la tela blanca
y los labios avanzan
a disfrutar su piel
de seda y terciopelo







Jocundo
Acaricia la luz
ese culo gallardo
la curva de los glúteos
la tensión de la espalda
y la avidez que nace
del abismo
escondido en sus nalgas






Primera entrega de los prometidos CULOS. Mil gracias a estos culos amigos.

miércoles, junio 01, 2011

DESACTIVADA


Sobre la mesita del salón, el portátil y el ipod parecen tener vida propia. El ordenador emite de cuando en cuando el sonido inconfundible de un nuevo mensaje, el clic del Messenger, el silbido del skype. Conversaciones que no se responden. Dos clic de nuevo, alguien insiste; luego el silencio. Los pitidos del skype se repiten con regularidad. Luego cesan también. Desde los altavoces se escucha una melodía suave, una curiosa combinación de tambores africanos y cuencos tibetanos se eleva en el aire quieto de la tarde. El ipod comienza a emitir una música que va subiendo de volumen, mientras rebota sobre la madera de la mesa produciendo un eco que parece acompasarse a los tambores africanos.

Desde las antenas de televisión de los tejados de alrededor, una paloma mira, como si comprendiese, el intento de vuelo de una mujer que acaba de saltar desde la ventana. Y no vuela.

Mientras cae al suelo, en los escasos tres segundos que tarda en caer, la mujer trata de entender porqué esos hijos de puta la borraron del facebook.


PD. El pasado lunes me tiraron del Facebook. A La Mosca Cojonera también. !Capullos!