lunes, agosto 15, 2011

ARENA ENVIDIOSA



Nos miramos como se miran dos náufragos que han alcanzado la playa. Se acercó y me besó, me comió los labios, me mordió los dientes, arrolló mi lengua, saturó mi boca y yo comencé a desnudarla. Ella se dejaba hacer, con una sonrisa que pintaba las olas, descalza,  mientras la arena, envidiosa, se iba colando entre sus dedos. Su cuello ofrecido a mi boca, sus manos recorriendo mi cuerpo, y sus pezones locos bailando en mi pecho, provocando seísmos que me hacían naufragar en su deseo. Y luego la falda que desciende sobre sus caderas,  sus muslos blancos, su carne caliente, mis manos hurgando en sus pliegues, sus dedos bajando la cremallera de mi pantalón, encontrándonos, desnudos y enredados. La ropa tirada, cubriendo las piedras, y mi piel resbalando por la suya, y mi cuerpo entero queriendo latir dentro del suyo, y el suyo, uno solo con el mío. Allí mismo, de pie, apoyados en una roca caliente de superficie rasposa, encontré su cueva, húmeda y ansiosa, como si siempre me hubiese estado esperando. Y todo mi ser latiendo dentro de ella, y ella agitándose, gimiendo, arqueando la espalda, arañándome, y yo deslizándome a golpes sobre su piel, suavemente a veces, salvaje otras veces. Embestidas locas, gargantas resecas, bocas que se comen, gemidos, y besos, placer y placer y las olas, lamiéndonos los pies. Y mi semen resbalando entre sus piernas, y mi lengua succionándola, compartiendo en su boca mi sabor y el suyo; ella sobre mí, cabalgándome, enfurecida,  y los gritos, el sudor, sus piernas rodeándome, su boca en la mía, mis manos aferrando sus pechos. Y  mi semen, corriendo de nuevo dentro de ella,  y las olas, y el mar, y el agua y la sal…

1 comentario:

  1. Cuando tú quieras nos vemos, y cotorreamos un poco... y te preparo un salmorejo de esos de efectos tremendos...jaja

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