viernes, noviembre 18, 2011

CLICK

Cada tarde Sebastián salía con su cámara a recorrer las calles, los parques y las terrazas de verano. En cada click un tesoro. En cada esquina un arrebato de pasión le transportaba. Luego, ya en casa, empapelaba las paredes del cuarto oscuro con aquellas imágenes que le hacían estremecer.

Llegado Octubre, el frío se había apoderado de la ciudad y había escondido sus tesoros. Entonces él se encerraba en el cuarto oscuro. Aunque se lo había repetido hasta la saciedad a la nueva asistenta, en esa habitación no se limpia, está cerrada con llave y así debe seguir, una mañana en que se la dejó abierta, la eficiente Gladis le había quitado el polvo a todos los ombligos de la pared, y ya nunca pudo saber cuales habían sido suyos. Tendría que esperar otro verano.

1 comentario:

  1. Hay cosas que hay que respetar... los ombligos de la pared, lo primero.
    Me encantó!!! Te sigo

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